martes, mayo 20, 2008

Imposición de método.



A la hora de escribir, no debes esperar la generación espontánea de ideas. Las ideas buenas crecen y necesitan ser amasadas para convertirse en la pasta ideal de una buena historia. Así que no dejes escapar esos pensamientos que a veces, fugaz y tímidamente, se cuelan por debajo de tu ventana. Atrápalos y guárdalos, mímalos, aliméntalos y verás como de una idea, de un concepto, de una imagen, nace un pedazo de vida ficticia. Y verás como ese pedazo de vida, pronto absorberá las otras ideas satélite que lo rodean, creciendo, lentamente.

No olvides que una vez escrito, nada es permanente… que se puede reescribir, se debe reescribir, se debe trabajar hasta que sientas que es…. Hasta que sientas que es lo que tiene que ser. No se puede juzgar objetivamente más que la estructura, la forma, el envoltorio… el contenido, la capacidad de conmover, de llegar, de hacer sentir, de hacer creer en algo, son factores subjetivos que sólo podrán ser juzgados desde la propia experiencia y la propia vivencia.

Cuando creamos una historia estamos sintiendo… viviendo otra vida que podría ser la nuestra, que podría incluir parte de nuestras experiencias y que para ser creíble ha de incluirlas.

Es más, cuando decidimos explicar una historia con imágenes, aportamos a éstas nuestra carga subjetiva. Eso es lo que se llama estilo, voz, y está compuesta por miles de pequeños elementos formativos que nos han guiado o mejor dicho, que han guiado nuestra sensibilidad desde pequeños, haciéndonos apreciar esto, en vez de aquello, haciéndonos sentir ésta música y no aquella, identificándonos con esta novela y no con aquella otra… Todo tiene una influencia sobre nuestra sensibilidad perceptiva. Todo tiene una influencia sobre nuestra habilidad para desentramar la realidad e interpretarla, o reinterpretarla con nuestros propios códigos.